Además la motivación no es un proceso unitario, abarca componentes muy diversos que ninguna de las teorías elaboradas hasta el momento han conseguido integrar en su totalidad, de ahí que uno de los mayores retos de los investigadores sea el tratar de precisar y clarificar qué elementos se engloban dentro de este amplio y complejo proceso que es la motivación.
Si nos trasladamos al contexto educativo y consideramos el carácter intencional de la conducta humana, parece bastante evidente que las actitudes, percepciones, expectativas y representaciones que tenga el estudiante de sí mismo, de la tarea a realizar, y de las metas que pretende alcanzar constituyen factores de primer orden que guían y dirigen la conducta de éste en el ámbito académico. Pero para realizar un estudio completo e integrador de la motivación, no sólo debemos tener en cuenta estas variables personales e internas sino también aquellas otras externas, procedentes del contexto en el que se desenvuelve, que influyen es él y con los que interactúa.
“Si el docente pretende comunicar algo y se queda sólo en el contenido, sin siquiera esforzarse por despertar el interés del alumno, fracasara; si no estimula el deseo de éste para que se interese en aquello que quiere enseñarle, fracasara; si no acompaña a su alumno hacia los objetivos trazados, también fracasara.
Pero seguramente que, si logra despertar el deseo de aprender y consigue una autoridad intelectual ante ellos - la más indiscutible de todas- ganándose así, su saber y respeto, habrá cumplido ampliamente con su tarea docente, seguramente será ese docente que para el alumno trascendió la barrera académica”

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